Algo pasa con Pandora II: Fe de erratas

Llevo un par de tardes a vueltas con Pandora (sí, soy como un pitbull, cuando agarro un tema no lo suelto hasta que lo entiendo). He mirado en el Google. He mirado en la Wikipedia. He mirado en portales serios de mitología clásica y en páginas de esas que tienen fondos florales y gifs animados, de las que suelen llamarse “El Castillo Mágico de Amparo” o “Chakras para todos”. He mirado en foros y en un surtido de blogs variados. He mirado en todas partes… menos donde tenía que mirar: en el libro de Hesíodo, “Los Trabajos y los Días” (sg. VIII a.C, se dice pronto), donde apareció por primera vez el mito de Pandora. Si es que parezco tonta. Me he bajado “Los Trabajos y los Días”, y aaamigo mío, AHORA lo tengo más claro. Como me temía, es una historia terrible y deprimente, en la buena y vieja tradición mediterránea. Amparo y la tía de los chakras viven totalmente engañadas: cualquier parecido entre la historia original y lo que te encuentras en Internet es pura coincidencia. Aquí van unos cuantos fragmentos reveladores.


Ya desde un principio, Zeus expresa sin tapujos sus sanas intenciones: “¡Les enviaré un mal del que quedarán encantados, y abrazarán su propio azote!”. Recordad que no es nada personal, es que le acababan de robar el fuego. “Y Zeus llamó a éste mal Pandora, porque todos los Dioses de las moradas olímpicas le dieron algún don, para que se convirtiera en daño de los hombres.”

Pero vayamos directas al tema: “Aquella mujer, levantando la tapa de un gran vaso que tenía en sus manos, esparció sobre los hombres las miserias horribles. Aquí me detengo un segundo: MISERIAS, lo dice bien claro. Miserias horribles, además. No cabe ninguna duda en cuanto a su interpretación. Es una pena, porque invalida mi bella teoría de “La Caja de los Bienes”. Sé que algunos historiadores defienden esa idea pero la verdad, una vez leído el texto original, no sé en qué narices se basan para afirmar tal cosa. A mí lo de los males terribles me ha parecido muy convincente. Continúo y termino: “Y únicamente la Esperanza quedó en el vaso, detenida en los bordes, y no echó a volar porque Pandora había vuelto a cerrar la tapa por orden de Zeus tempestuoso que amontona las nubes. Y he aquí que se esparcen innumerables males entre los hombres, y llenan la tierra y cubren el mar. Y así es que nadie puede evitar la voluntad de Zeus”. Voluntad que consiste, básicamente, en jodernos vivos a todos.

¿Qué conclusiones sacamos de todo esto? Pues unas cuantas, la verdad: 

-Primera, que Pandora es una autentica zorra (cuan sorprendente) a las órdenes directas del Señor del Trueno. Según la creencia popular, parece que es ella quien, de manera independiente, decide cerrar la caja, horrorizada por todo el mal que ha causado su curiosidad. Ella es la buena, y Zeus el malo. Pero resulta que no es así: ni horrorizada ni leches, Pandora es un ser amoral que cierra la caja sólo y exclusivamente porque se lo manda su jefe, porque Zeus dice “Hasta aquí”. Por lo tanto el regalo de la Esperanza no es de Pandora, sino del propio padre de los dioses. No le debemos nada a esa señorita.
-Segunda, que hemos vuelto a cometer el eterno error de los historiadores: juzar la moralidad de una época pasada según el rasero de nuestra propia moral. Es un error grave. ¿Sabéis por qué está la Esperanza encerrada junto con las cosas malas? Pues porque para nosotros la Esperanza es algo muy bonito, lo último que se pierde y todas esas cosas. Pero para los griegos, no. Para ellos, la Esperanza era considerada un MAL, y uno de los peores: es engañosa, es falsa, juega con los sueños de la gente, depositamos todo en ella y nos olvidamos de tomar las riendas de nuestra propia vida, nos volvemos seres pasivos que esperan, en vez de seres activos que actúan… un hombre griego no debe moverse nunca por la esperanza, sino por la fuerza de su voluntad. Otra pieza del puzle que encaja. De todas maneras, por engañosa que sea, la Esperanza es el consuelo del Hombre, eso está claro. Algunos dicen que Zeus la introdujo en la caja para que la Humanidad no se suicidara en masa cuando los males invadieran la tierra (entendedlo… pasar de la Edad de Oro a la Edad de Hierro en unos minutos tiene que ser bastante shock).

-Tercera, que las mujeres siempre tenemos la culpa de todo, por supuesto. No hay cosmogonía respetable que no incluya a su mala pécora trayendo el mal al mundo: Eva de los cristianos con la manzana, Pandora de los griegos con la caja, y la peor de todas, Lilith de los judíos, con… bueno, con ella misma. Una auténtica virago que hunde sus raíces en la noche de los tiempos. Si yo fuera una gótica trasnochada y activista del feminismo militante, me tatuaría una Lilith en un pecho. El caso es que si trazamos una línea imaginaria en mitad del mapa de Europa, digamos por ejemplo, a la altura de los Alpes, tendremos el siguiente resultado: de la línea para arriba, una cultura en la que el papel mitológico de la mujer era el de diosa madre y genetrix del mundo, con la autoridad que eso conlleva. De la línea para abajo, y alrededor de la cuenca mediterránea, encontramos a la mujer como un compendio de todos los males, perdición de la humanidad y asco absoluto de la creación. A que no adivináis en qué lado de la línea estamos nosotras...
De todas maneras, incluso para los estándares de la época, el propio Hesíodo era extremadamente misógino. No es ningún secreto que para un señor griego, donde esté un jovencito imberbe que se quite cualquier mujer.Para que nos entendamos, en la Antigua Grecia se nos consideraba una raza inferior de seres humanos, con una utilidad muy específica: parir, y ya que estamos, llevar la casa. Malvadas pero útiles, como una especie de maligna e impredecible tostadora de pan. Y Pandora es la madre de todas nosotras:

“Porque de Pandora es de quien procede la raza de las mujeres, el más cruel azote que existe entre los hombres mortales. (…) Y así Zeus, que truena en las alturas, dio estas mujeres funestas a los hombres mortales, mujeres que no hacen más que daño”.

Yo también te quiero, cabrón. 

-Cuarta y última: que la contradicción fundamental de esta historia sigue en pie: los males están fuera, con los hombres, y la esperanza está dentro, en el fondo de una caja cerrada. Según todas las leyes de la lógica, eso la convertiría en algo inaccesible ¿no? Pero quizás no sea así. He decidido encajar todas las piezas de este puzle, y las encajaré aunque sea a patadas: quizás, una vez dejada sin guardiana, una vez que Pandora ya ha cumplido su función de jodernos la vida, la Caja se convierta simplemente en eso: en una caja con esperanza dentro. ¿Acaso es para tenerla, digámoslo así, más a mano? ¿Para que el hombre pueda ejercer cierto control sobre ella? ¿Para saber dónde está, en caso de necesitarla? Puede ser. Creo que, finalmente, me voy a decantar por eso. La Esperanza, el mal menor, o el menor de los males. Las muletas del hombre débil, como dirían los griegos (y el Fary). Pero siempre es mejor ir con muletas que meterse una ostia contra el suelo.

 
"Hope in the Prision of Despair", de Evelyn Morgan.

Comentarios

  1. Me ha gustado lo que comentas de trazar una línea sobre Los Alpes y ver las diferencias en el papel de la mujer en las correspondientes mitologías. Creo que has dado en el clavo.

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